¿Qué Sabía Jesús y Cuándo lo Supo?

Durante el verano de 1973, la práctica política corrupta estaba en la portada de cada periódico en los Estados Unidos de América. Bajo investigación por un subcomisión del Senado estaba el presidente mismo, Richard Nixon. Él había dirigido lo que llegó a conocerse como el caso “Watergate”, y la comisión estaba quemando a sus asociados bajo las luces brillantes de las cámaras de televisión. Fue bajo esas ardientes luces de klieg, en frente de una audiencia nacional televisada, cuando, entonces, el Senador Republicano Howard Baker hizo la, ahora, famosa pregunta, “¿qué sabia el presidente y cuándo lo sabía?” De forma semejante, debemos hacernos la misma pregunta de las Escrituras: ¿Qué sabía Jesús y cuándo lo sabía?

Cada ser humano debe determinar si él vivirá su vida de acuerdo con un estándar que él mismo se diseña, uno que otra persona le diseñó y lo acepta, o el estándar que el Dios Todopoderoso diseñó: Su Palabra escrita. Junto con millones de otras personas, usted y yo hemos escogido la Palabra de Dios, como el Fundamento en la Biblia, como la comunicación perfecta del Creador a Sus creados. Por lo tanto, cuando llegamos a determinar la verdad respecto a un tema en particular, preguntamos: “¿Qué dice la Biblia?” hasta aquí muy bien. Pero debemos llevarlo más allá, y añadir a esa pregunta las palabras, ¿A QUIÉN?

La verdad que, Judíos (el linaje de Israel), Gentiles (todas las personas que no son ni Judíos ni Cristianos), y la Iglesia de Dios (Cristianos) son las únicas tres categorías de personas que siempre viven en la tierra, puede ser extraída de las Escrituras como un todo, pero en el siguiente versículo se indica sin ambages ni rodeos. Póngase en el contexto de alguien que mantiene la conciencia cristiana y glorifica a Dios en las cuestiones de conducta tales como comer y beber, esto frecuentemente no se reconoce en beneficio de una parte valiosa de la verdad que casualmente se ofrece al lector cuidadoso.

1 Corintios 10:32 (RVA)
No seáis ofensivos ni a judíos, ni a griegos, ni a la iglesia de Dios;

Como Adán no era ni un judío, ni un cristiano, está claro que los Gentiles son los primeros. Entonces, en Génesis 32, Israel nació fuera de Jacob. Si las personas de Israel hubieran cumplido el llamado de Dios para ellos, allí no habría estado ninguna tercera clase de personas, pero ellos fallaron miserablemente incluso matando al Mesías que Él les envió, y el plan de Dios para ellos quedó temporalmente suspendido. Entonces, en el Día de Pentecostés en Hechos 2, por medio del hasta entonces sin precedentes “Nuevo nacimiento,” aproximadamente 3000 Judíos llegaron a ser los primeros Cristianos. Como veremos, el período de tiempo en el que Pablo escribió, designado bíblicamente como “La administración del Secreto Sagrado” (Ef. 3:9), y en cuál estamos todavía viviendo, es la única administración en el espectro de la Escritura desde el Paraíso Perdido (Génesis) hasta el Paraíso Recuperado (Apocalipsis) durante el cual todos estos tres grupos de personas coexisten.

Apropiadamente traducida como “administración,” la palabra Griega oikonomia se usa solamente nueve veces en el Nuevo Testamento. Viniendo de las palabras Griegas “casa” y “ley,” significa “la ley de la casa.” Bíblicamente, se refiere al estándar por medio del cual Dios pactó con aquellos sobre la tierra durante ese tiempo en particular. Las “administraciones” expuestas en la Escritura son el registro emocionante de las respuestas justas e ingeniosas de Dios para las decisiones de libre albedrio de la  humanidad. Magníficamente muestran cómo trabajó nuestro amoroso Dios sin remordimiento, primero, para efectuar el nacimiento de la “Simiente Prometida” cuya llegada El había anunciado inmediatamente después de la Caída de Adán y Eva en el Paraíso Original, y, luego, ayudar a Su Hijo unigénito a cumplir con su función como el Redentor, hasta sus palabras moribundas, “consumado es”

Uno de los versículos más estupendos en la Escritura aparentemente ha sido casi inadvertido por la vasta mayoría de los cristianos durante todos siglos. Este es 1 Corintios 2:8, y pienso que debería ser un versículo “de aparición automática” con fuegos artificiales y música. ¡Dice que si Satanás hubiera conocido del “Secreto Sagrado”, diseñado por Dios para ser la doctrina central de las Escrituras para los Cristianos, y sobre la cual daremos más detalles, ¡ÉL NO HABRÍA CRUCIFICADO A JESUCRISTO!

Pero en Su sabiduría perfecta, nuestro impresionante Dios mantuvo el Secreto Sagrado un secreto para Satanás, quien, luego, crucificó a Jesús. Cuándo el Señor Jesús resucitó, entonces, aprendió y progresivamente reveló el Secreto Sagrado al Apóstol Pablo, quien lo escribió en las Epístolas de la Iglesia, Satanás se dio cuenta de su error crucial. Reconocer su grave error (así como “cavando su propia tumba”), su objetivo, entonces, llegó a ser mantener el Secreto Sagrado secreto para el mundo, y especialmente de aquellos que deciden creer en Jesucristo como su Señor y están, por lo tanto, equipados para derrotarlo en el combate espiritual diario como Jesús lo hizo. Esta verdad indispensable fue la primera cosa que Satanás casi totalmente erradicó de la conciencia del Cristianismo, y lo hizo poco después de la muerte de Pablo en el 70 D.C aproximadamente.  Con todo y eso él no podía borrarlo de las páginas de la Palabra escrita de Dios, donde, como el “Diamante Esperanza” del Cristianismo, continua brillando intensamente, particularmente en la epístola de Pablo a los Efesios, el clímax de la revelación para la Iglesia, el Cuerpo de Cristo.

Durante aproximadamente 1800 años, el Secreto Sagrado yace casi inactivo en la conciencia de la colectividad Cristiana. La historia de la Iglesia muestra que, durante ese tiempo, solamente unos pocos Cristianos, dispersos cronológicamente y geográficamente, reconocieron la verdad básica de una pre- tribulación “Rapto” o “nuestra reunión con él” de la Iglesia. Entonces, cerca de 1830, un hombre inglés-irlandes llamado John Darby dirigió un movimiento que hizo conocer la verdad básica de una perspectiva de dispensaciones (Administraciones) de la Escritura en una escala mucho más extendida. Poco después de finales de siglo, su obra fue ampliada por C. I. Scofield, y desde entonces millones de Cristianos han visto la validez bíblica desde una perspectiva de dispensaciones de la Escritura y cómo esto es el único enfoque por el cual resolver innumerables contradicciones sobre ese asunto.

¿Así que, qué es este “Secreto Sagrado,” que si Satanás lo hubiera sabido, el hubiera permitido que Jesús viviera? En términos sencillos, es que en el Día de Pentecostés registrado en Hechos 2, un grupo completamente nuevo de personas apareció en la tierra. Hasta ese momento en el Templo, había solamente judíos y Gentiles que habitaban el planeta, pero en un nacimiento múltiple sin precedente, los doce apóstoles y varias otras personas fueron los primeros en ser “nacidos de nuevo.” Este nuevo grupo es llamado el “Cuerpo” de Cristo (Ef. 1:22 y 23) porque cada miembro está directamente conectado a la Cabeza, el Señor Jesucristo, y cada miembro tiene una función específica coordinada. Como el Cuerpo de Cristo, estos creyentes son colectivamente referidos en Efesios 2:15 como “un hombre nuevo.”

El Secreto Sagrado es que el hombre Jesús, que solamente podía estar en un lugar a la vez mientras él vivió en la tierra, se ha diversificado él mismo en un cuerpo de personas increíblemente diversificadas, no sólo geográficamente, sino también en la personalidad y las habilidades individuales. Cada miembro de esta nueva creación está directamente e irrevocablemente conectado a la Cabeza del Cuerpo, el Señor Jesucristo, que ha llenado cada “parte del cuerpo” con el don del espíritu santo, por lo cual cada uno es equipado para hacer la batalla contra nuestro enemigo espiritual. Cada uno puede hacer las obras que Jesús hizo y por consiguiente “representarlo” a él en todo el mundo.

La característica distintiva de la Administración del Secreto Sagrado es que estas personas únicas tienen una salvación única, a diferencia de la salvación experimentada por alguien en cualquier otra administración. Ellos han sido salvados por gracia a través de la fe (Ef. 2:8) en el trabajo terminado de Jesucristo, y son, por lo tanto, nacidos de nuevos de simiente incorruptible (1 Pedro 1:23 – RV), haciendo su salvación completamente permanente, No importa lo que su comportamiento sea de ahí en adelante. Estas personas, conocidas como “Cristianos”, son ahora, colectivamente, el “Templo” de Dios, su lugar de morada (Ef. 2:21 y 22).

Parte del Secreto Sagrado es la esperanza  verdadera que los Cristianos tienen. Contrario a lo qué muchos han sido enseñados, pero en concordancia con la Escritura, todos los Cristianos un día, sin “señal” que preceda al evento, serán arrebatados para encontrar al Señor en el aire (1 Tes. 4:17). Después de un período de aproximadamente siete años en el “cielo,” todos los Cristianos acompañarán al Señor Jesús de regreso a la tierra para pelear con él en la Batalla del Armagedón (ganamos, por cierto), y luego estar con él durante su reinado Milenario sobre tierra. Como un solo estudio mostrará, el lugar de morada final para todos los cristianos, así como todos aquellos judíos y Gentiles salvados, estaremos sobre la nueva tierra, no en el “cielo.”

El Salmos 19 y otras secciones de las Escrituras muestran que la historia de la redención del hombre está anunciada en las constelaciones celestes. Toda la información pertinente del Antiguo Testamento, los Cuatro Evangelios, y el libro de Apocalipsis esta estampada en el mensaje celestial. Lo que no está escrito en las estrellas es el Secreto Sagrado. No, como Filipenses 2:15 (NVI) dice, son los Cristianos los que están ahora brillando “…como estrellas en el firmamento” manteniendo en alto la Palabra de vida a un mundo moribundo. Y la palabra que debemos exhibir más especialmente es la escrita en las Epístolas de la Iglesia, el programa principal para cristianos.

Debemos reconocer y distinguir entre cuáles partes de la Biblia están dirigidas o hablando de Israel (pasado, presente, futuro), Gentiles (pasado, presente, futuro), o cristianos (presente, futuro). Si no lo hacemos, la magnífica revelación escrita de Dios a la humanidad, la cual Él ha exaltado por encima de Su nombre (Salmos. 138:2 – CAB) y que contiene todas las cosas que pertenecen a la vida y la piedad (2 Ped. 1:3 – RV60), nunca tendrá sentido, ni uno mismo podrá aplicarla para una exitosa vida Cristiana.

Pero ¿cómo nuestra exposición de las Escrituras difiere de otras perspectivas de “Administraciones” pre-Tribulación y pre-Milenio? Y ¿por qué firmemente creemos que este enfoque es más atractivo a la lógica bíblica para resolver sus diferentes aparentes contradicciones, así como también más aplicable a la vida Cristiana diaria? Aquí le daremos breves respuestas para esas preguntas, que tenemos pensado desarrollar en un libro cuando podamos. Las diferencias que colocaremos delante de usted provienen de nuestro trazar una línea bíblica más fina entre esa Escrituras dirigidas a o en torno a los creyentes del linaje de Israel y las Escrituras dirigidas a o en torno a los Cristianos, aquellos que, desde el Día de Pentecostés hasta el “Rapto,” confiesan a Jesucristo como Señor según Romanos 10:9. No solamente el Antiguo Testamento (Génesis a Malaquías) está escrito a y acerca de los Judíos únicamente y Gentiles (no – Judíos), sino los Cuatro Evangelios (Mateo, Marcos, Lucas, Juan), que en realidad concluyen el Antiguo Testamento, y así también es el libro de Apocalipsis.

En ningún parte en el Antiguo Testamento, los Cuatro Evangelios antes de la resurrección de Jesús, o del libro de Apocalipsis existe una referencia directa a lo que hoy conocemos como Cristianismo, ni a las personas que hoy llamamos “Cristianos.”

¿Por qué no? Porque fue “…que en otras generaciones no se les dio a conocer a los*seres humanos…” (Ef. 3:5). Además de eso, era “inescrutable” (Ef. 3:8 – RV60).

¿Por qué? Porque estaba “oculto en Dios” (Ef. 3:9). Si la declaración puesta en cursiva en el párrafo anterior es nueva información para usted, su mente podría correr a velocidad con tales preguntas como:

¿No es la Iglesia la “novia” de Cristo referida en el Antiguo Testamento?

¿No estaba hablando Jesús a Nicodemo acerca de ser “nacido de nuevo” en Juan 3?

¿No estaba hablando Jesús acerca de los Cristianos cuando dijo, “…edificare mi Iglesia….”(Mat. 16:18)?

¿No está hablando Juan 14:1–3 acerca del Rapto?

¿No están las referencias a la “iglesia” en Éfeso, etc. en Apocalipsis 2 y 3 hablando de los cristianos?

La respuesta a cada una de estas preguntas es NO, y lo animamos a que mire más profundamente in el cuerpo de nuestro trabajo a medida que lo desarrollemos en nuestro sitio web (Tópico: Las Administraciones en las Escrituras) y en nuestro próximo libro, y nos dé la oportunidad de presentarle a usted lo que creemos que la Palabra de Dios dice acerca de estos temas críticos, y cómo sus verdades aplican a su vida diaria.

Para abrir su apetito, considere que Jesús dijo que él fue enviado “…solamente a las ovejas perdidas de Israel” (Mat. 15:24). Él nunca conoció a un cristiano, porque no había ninguno hasta el Día de Pentecostés registrado en Hechos 2. Lo que Jesús dijo fue dirigido específicamente a los judíos y a los Gentiles, no a los cristianos. Los Cuatro Evangelios son el registro del cumplimiento de todas las profecías Mesiánicas del Antiguo Testamento en relación a la primera venida de Cristo a la tierra a Israel – su sufrimiento. El libro del Apocalipsis es el registro del cumplimiento de todo el resto de las profecías Mesiánicas del Antiguo Testamento en relación a la segunda venida de Cristo a la tierra de Israel – su gloria.

El libro de Apocalipsis es el complemento del Antiguo Testamento (que incluye los Cuatro Evangelios, cuando Jesús vino durante la administración de ley), y es literalmente un “libro final” para Génesis. Todo lo que comenzó allí es concluido en Apocalipsis. Un estudio del libro de Apocalipsis muestra concluyentemente que todo el lenguaje allí es “Judío”, es decir, sigue estrictamente lo del Antiguo Testamento y los Cuatro Evangelios. Nada de el es semejante al lenguaje del Cristianismo encontrado en las Epístolas de la Iglesia. La Iglesia Cristiana no es mencionada específicamente en ningún lugar en Apocalipsis, aunque poniendo juntas otras partes sabemos que nosotros los Cristianos estamos entre aquellos que acompañan al Señor Jesús cuando el venga a la tierra nuevamente para gobernar en su Reino Milenario.

En medio de los eventos registrados en los Cuatro Evangelios (el cual concluye con el rechazo de Jesús por la nación de Israel, su muerte, resurrección, y ascensión) y aquellos registrados en el libro de Apocalipsis (que narra el período de la tribulación de Israel conocido en las Escrituras como “… tiempo de angustia para Jacob…” [Jer. 30:7]) es el período de tiempo en el que estamos ahora viviendo: “la administración del Secreto Sagrado.”

Hay una contradicción deslumbrante creada por el pensamiento no-administración que es simplemente y elegantemente explicado por reconocer que ni siquiera Jesús conocía “el Secreto Sagrado.” Prerrequisito para comprender la verdad esclarecedora es reconocer que Jesús fue en realidad quién dijo que era, el Hijo de Dios, y no “Dios el Hijo,” tan asumido por aquellos que creen en la doctrina extraña de la “Trinidad,” la cual, al igual que mercurio, no puede ser entendido, principalmente porque no está en ninguna parte en la Palabra de Dios. Con respecto a comprender lo que estamos a punto de explicar, se aclara que si pensamos que Jesús es Dios, no “podemos llegar allá desde aquí.”

Para responder a la pregunta, “Quë sabia Jesús?” necesitamos mirar solamente a lo que él dijo durante su ministerio terrenal. Él sabía todo lo revelado en las Escrituras Hebreas (de Génesis a Malaquías), y él lo sabía perfectamente, como es demostrado por las primeras palabras registradas de su ministerio terrenal, que fue específicamente dirigido a ISRAEL, las personas que por siglos se suponían haber estado leyendo las profecías de su venida y, por lo tanto, reconocerlo como el Mesías prometido (Ro. 15:8 y 9).

Lucas 4:16–20
(16) Fue a Nazaret, donde se había criado, y un sábado entró en la sinagoga, como era su costumbre. Se levantó para hacer la lectura,
(17) y le entregaron el libro del profeta Isaías. Al desenrollarlo, encontró el lugar donde está escrito:
(18) «El Espíritu del Señor está sobre mí, por cuanto me ha ungido para anunciar buenas nuevas a los pobres. Me ha enviado a proclamar libertad a los cautivos y dar vista a los ciegos, a poner en libertad a los oprimidos,
(19) a pregonar el año del favor del Señor.»
(20) Luego enrolló el libro, se lo devolvió al ayudante y se sentó. Todos los que estaban en la sinagoga lo miraban detenidamente,

Antes que nada, ese rollo tenía aproximadamente 91,5 cm, de alto y aproximadamente 18,3 mts, sin capítulos o versículos numerados, y todas las palabras eran de corrido en la escritura acostumbrada del día. He aquí los versículos de Isaías que Jesús citó. Por favor note que paró justo en el medio de la sentencia.

Isaías 61:1 y 2
(1) El Espíritu del SEÑOR omnipotente está sobre mí, por cuanto me ha ungido para anunciar buenas nuevas a los pobres. Me ha enviado a sanar los corazones heridos, a proclamar liberación a los cautivos y libertad a los prisioneros,
(2) a pregonar el año del favor del SEÑOR y el día de la venganza de nuestro Dios, a consolar a todos los que están de duelo,

¿Por qué Jesús se detuvo de repente después de la palabra “favor”? Porque sabía, del Antiguo Testamento, que el “día de la venganza de nuestro Dios” no ocurriría hasta su segunda venida a la tierra de Israel, cuando vendrá como el León de Judá. En su primera venida, él fue el Cordero de Dios, quien daría su vida para los pecados de mundo

A través de todo su ministerio terrenal, Jesús hizo muchas declaraciones que sólo pueden ser comprendidas con la excepción de un punto de vista organizacional de la Biblia. Consideremos cuatro de ellos, que hacen referencia a los eventos que precederán a la inauguración de su Reino.

Mateo 10:23
Cuando los persigan en una ciudad, huyan a otra. Les aseguro que no terminarán de recorrer las ciudades de Israel antes de que venga el Hijo del hombre.

Mateo 16:28
Les aseguro que algunos de los aquí presentes no sufrirán la muerte sin antes haber visto al Hijo del hombre llegar en su reino.

Mateo 24:34
Les aseguro que no pasará esta generación hasta que todas estas cosas sucedan.

Lucas 11:49-51
(49) Por eso dijo Dios en su sabiduría: “Les enviaré profetas y apóstoles, de los cuales matarán a unos y perseguirán a otros.”
(50) Por lo tanto, a esta generación se le pedirán cuentas de la sangre de todos los profetas derramada desde el principio del mundo,
(51) desde la sangre de Abel hasta la sangre de Zacarías, el que murió entre el altar y el santuario. Sí, les aseguro que de todo esto se le pedirán cuentas a esta generación.

Tal como él puso en claro durante su ministerio, Jesús le habló a los Judíos, no a los Cristianos, y estas declaraciones claras y francas se refieren textualmente al futuro Reino, del cual él habló frecuentemente. Él creyó que su Reino sería establecido siete años después de su muerte y resurrección, basado en su conocimiento perfectamente cabal de las profecías del Antiguo Testamento (por ej. Dan. 9:24–27) que ahora sabemos deben cumplirse en el futuro de acuerdo con el libro de Apocalipsis. Pero lo que dijo no aconteció cuando él dijo que ocurriría. Las personas judías a las que Jesús les habló se han ido desde hace mucho tiempo y, todavía, él no ha regresado a la tierra. Así que ¿cómo reconciliamos esas declaraciones con el resto de la Escrituras? ¿Cómo las comprendemos sin que la integridad de Jesús sea comprometida? Nunca hemos nosotros encontrado alguna otra explicación que nosotros pensemos que tiene sentido, y le pedimos que considere la única que planteamos aquí.

Como el libro de Hechos y el resto del Nuevo Testamento dan a conocer, el Reino no fue establecido en ese momento, pero fue diferido a un tiempo futuro desconocido (por ej. Hechos 1:6 y 7). El problema pasa a ser, entonces, explicar cómo podía haber estado Jesús tan equivocado sobre algo que fue una parte integral de su mensaje: la pronta llegada del Reino. Si Jesús siempre hizo la voluntad de Dios y habló verdaderamente desde el corazón de su Padre, ¿Cómo él no pudo haber sabido que el Reino no estaba por venir para cuando él dijo que vendría?

Los teólogos han intentado explicar esto diciendo que él no estaba haciendo referencia a la llegada de  Reino literal, sino a ya sea su Transfiguración o al Día de Pentecostés. Ellos argumentan que él “entró en su gloria” en una forma temporal en la Transfiguración. Pero la Transfiguración fue un futuro evento desconocido, del cual no había anticipación profética o aviso premonitorio a Jesús. ¿Cómo podía él haber esperado que sus discípulos comprendieran que él estaba hablando de algo del cual no podían haber tenido ningún conocimiento adelantado? ¿No habrían pensado naturalmente que estaba hablando del bien conocido Reino que ellos y sus antepasados habían esperado por siglos? Simplemente no hay una buena razón de comparar el bien conocido y esperado “Reino” con una visión desconocida e imprevista de ese Reino.

Si Jesús estuviera hablando de la Transfiguración, luego, lo que él dijo no tiene sentido y no es ni siquiera correcto. Él dijo, “…algunos de los aquí presentes no sufrirán la muerte [i.e. morirán] sin antes haber visto al Hijo del hombre llegar en su reino” (Mat. 16:28). Sin embargo, la Transfiguración ocurrió poco después de que Cristo hizo esta declaración. En Mateo, ocurre en el siguiente capítulo, y menos de un mes después de su declaración de que algunos no morirían. Es seguro decir sin temor a equivocarse que todos sus discípulos estaban aun vivos un mes después. Tal vez alguno había muerto en ese tiempo, pero eso todavía no es ninguna justificación para él decir que solamente “algunos” estarían vivos. Además, porque solamente Pedro, Santiago, y Juan estaban presente en la Transfiguración, y le fue dicho estrictamente que no dijeran a nadie sobre eso (Mat. 17:9), Jesús diciéndole a sus discípulos que “algunos” no morirían antes, entonces, no tiene sentido.

La única razón por la que alguien diga que la Transfiguración o el Día de Pentecostés era de lo que Jesús estaba hablando en Mateo 16:28 es que a las personas a las que estaba hablando se murieron sin ver su Reino, lo cual lo hace a él evidentemente equivocado en lo que dijo. Sin una explicación adecuada, este hecho es una vergüenza más bien sombría para la fe Cristiana. Pero esto es precisamente la clase de contradicciones aparentes que se resuelve por medio de tener un punto de vista organizacional (dispensaciones o administraciones) de las Escrituras.

De la misma manera que los profetas de la antigüedad, Jesús no podía ir más allá de lo que estaba escrito previamente en las Escrituras o que se le había sido revelado particularmente a él. Basándose en lo que los profetas habían escrito, él habría esperado que ciertos eventos acontecieran en un cierto orden. En su primera venida requería su sufrimiento, y terminaba en la muerte. Después de ser resucitado, él esperaba siete años de Tribulación (Dan. 9:24–27; Jer. 30:7) antes de regresar a la tierra para establecer su Reino y cumplir el Nuevo Pacto con Israel (por ej. Jer. 31:31–34). Aunque muchos Cristianos creen que la Iglesia es parte del Nuevo Pacto, la Palabra de Dios muestra que el Nuevo Pacto será con las mismas personas a quienes Dios dio el Antiguo Pacto, y que, por supuesto, es Israel.

Las palabras que Jesús usó cuando dijo que “…Les aseguro que no pasará esta generación hasta que todas estas cosas sucedan” fueron sencillas y sinceras. “todas” aquellas cosas no se cumplieron, y la generación está muerta y bien muerta. Si el final del mundo hubiera venido durante esa generación, todos hubieran aplaudido cuan ciertas y fáciles era comprender las palabras de Cristo. Sin embargo, como hemos apuntado, él podía hablar solamente lo que él sabía, y él podía saber solamente lo que Dios le reveló. La verdad es que esta actual Administración de la Gracia de Dios ha retrasado la venida de Cristo, y un punto de vista de las dispensaciones de las Escrituras resuelve esta contradicción muy de manera sencilla y elegante. Otras explicaciones nos golpean como excepcionalmente complejas y artificiales.

¿Entonces estaba Jesús equivocado? No exactamente. A decir verdad, él tenía razón absolutamente – hasta donde él sabía. Jesús no estaba equivocado por mucho que él estuviera desinformado, y eso porque él no podía haber sido informado. No fue solo sabio de Dios ocultar el Secreto Sagrado de Jesús, fue también amoroso. ¿Cómo es eso? Porque no hacérselo conocer a Jesús le permitió hablar desde su corazón con completa convicción y honestidad, y eso convenció a Satanás, quien agarró la carnada y selló su propia condena. Ahora, ¿pensamos que Jesús podía haber mantenido el Secreto Sagrado? Seguro, pero si Jesús lo hubiera sabido, habría tenido que acompañar declaraciones como los cuatro que citamos anteriormente con un “guiño, guiño” o un asterisco mental tácito.

En algún punto en el tiempo después de que Dios levantó a Jesús de entre los muertos, ya sea antes o después de su ascensión (háganos saber si usted puede determinar de las Escrituras cuál, hasta la fecha no lo sabemos), Dios le dijo a Su Hijo el Secreto Sagrado. ¿Usted piensa que Jesús se ofendió y replicó, “yo podía haber mantenido ese secreto!”? No. ¡Es más probable que él dijera algo como, “¡Impresionante! Ahora puedo estar en todo el mundo, en esencia, por medio de vivir y trabajar dentro de cada miembro de mi Cuerpo que decida seguir mi guía. En vez de estar solamente en un lugar a la vez, ahora puedo traer verdad, luz, amor, y vida en cualquier lugar en la tierra donde un Cristiano trabaje conmigo y llegue a ser como yo.” Si usted es un Cristiano, ¿porqué no dar su todo por Aquel quien se dio el mismo por usted? Es solamente por medio de su Cuerpo, la Iglesia, que el Señor Jesús puede dar a conocer la multiforme sabiduría de Dios a la humanidad.

Leave a Comment