¿Qué es Amor?

¡Hola! Estimado contendor en la raza humana ¡Que las bendiciones de Dios lo colmen mientras se esfuerza por llegar al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús! Qué caminata, ¿verdad? Últimamente, al luchar por aplastar el egocentrismo que vive en mí de manera que pueda amar con el amor puro de Cristo, he descubierto que puedo empatizar más con otros que se enfrentan al mismo desafío. He visto cuán frecuentemente mi “amor” está orientado hacia mí, y me disgusta enormemente. Desarrollaré este tema a continuación, con la esperanza de que usted pueda identificarse con lo que comparto y que además se beneficie con él.

“¿Qué es amor?”. Esta es una pregunta que sin duda ha sido planteada incontables veces, y que sin duda ha sido respondida de incontables maneras, tales como: “algo esplendoroso”; “dar”; “Rosie” (o cualquier nombre de mujer que esté tatuado en su brazo). Pero, por supuesto, debido a que Dios es amor, debemos permitir que Él nos defina este término, y ciertamente esto es Lo que hace en Su Palabra.

La palabra griega agape, desconocida para los autores previos al Nuevo Testamento, es bien conocida para la mayoría de los lectores de la Biblia, y me agrada la definición léxica de E. W. Bullinger:

Agape denota el amor que surge de la admiración y la veneración, y que escoge su objeto con la decisión de su voluntad y que le consagra una devota auto renuncia y compasión.

Vaya, así es como yo quiero amar. ¿Claves para hacerlo? Ponerme en la mente de Cristo para ver a cada persona como él la ve. Continuar extendiéndome a otros. Continuar modificando mi corazón y mis acciones cuando veo que otros no están recibiendo el amor que pienso que estoy dando. ¡NINGUNA AUTOCOMPASIÓN! ¡NINGÚN LLORIQUEO!

1 Corintios 13:4-7 ha sido citado, grabado, bordado y caligrafiado. Lo que realmente yo quiero hacer es vivirlo. Así lo describe la Biblia The Message (Biblia “El Mensaje”):

El amor nunca se rinde.
El amor se ocupa de otros más que de uno mismo.
El amor no desea lo que no tiene.
El amor no se pavonea,
No tiene una opinión exagerada de sí mismo,
No se impone sobre otros,
No es siempre “yo primero”,
No se sale de sus casillas,
No lleva la cuenta de los pecados de otros,
No se regocija cuando otros se comportan servilmente,
Se place de que la verdad florezca,
Es muy tolerante,
Confía en Dios siempre,
Busca lo mejor siempre,
Nunca mira atrás,
Sino que sigue adelante hasta el final.

Quiera Dios que lo antedicho sea, un día, una descripción de mí, pero ¡vaya! la naturaleza pecadora dentro de mí es sutil. Mi amor por otra persona, y mi gran deseo de “hacer” por ella (para el caso usaré un pronombre femenino), puede cruzar la línea y terminar siendo más acerca de mí que acerca de ella. Puede terminar convirtiéndose en orgullo por “hacer”, y generalmente me doy cuenta de que es así cuando siento que ella no muestra todo el aprecio que creo que debería demostrar. Esto es, en realidad, control; no es un dar desinteresado, y sofoca el amor verdadero.

Hace poco hablaba con mi hija, Christine, quien generalmente me regala varias perlas de sabiduría en cada una de nuestras conversaciones. Acababa de terminar un curso de cuatro semanas en Outward Bound [organización internacional que trabaja con jóvenes problemáticos, mediante actividades de aventura en la naturaleza] como consejera principal para siete adolescentes (13 a 17 años), y sus comentarios fueron conmovedores. Habló de su tendencia a ser fanática del control (¡estoy seguro de que esto no puede ser genético…!) y de cómo estaba aprendiendo a superar esto, especialmente en el contexto de guiar a personas con libre albedrío.

Naturalmente, en una conversación telefónica que tuvo lugar justo después de los desempates de la NBA, y siendo nosotros grandes admiradores, hablamos un poco de la serie final de básquet entre los Lakers y los Pacers. En el contexto de su reciente experiencia en la naturaleza con los muchachos, mencionó que el entrenador del equipo de los Lakers, Phil Jackson, tiene una filosofía religiosa híbrida, una clase de “cristianismo zen“. Un punto clave en el pensamiento zen es el no poner el foco en el resultado de una situación. Christine dijo que tuvo que aceptar el hecho de que nada de lo que hizo por esos muchachos garantizaba un cambio en sus vidas. Por lo tanto, si ella tuviera que encontrar un equilibrio, no podía ser acerca de ganar o perder (basándose en el impacto que ella provocó en ellos), sino más bien acerca de contentarse con simplemente haberlos acompañado en sus luchas.

Piense cómo todo esto se relaciona con el Señor Jesús. Vivió su vida y fue a la cruz sabiendo que no todas las personas creerían en él, ni que aprovecharían el sacrificio monumental que estaba haciendo por ellos. A decir verdad, algunos lo insultarían, escupirían sobre él y harían todo lo posible para evitar que otras personas lo conozcan y lo amen. Así y todo, hizo la larga caminata hasta el Golgota, y no creo que la haya hecho murmurando por lo bajo, enojado todo el camino. Pero yo sí he murmurado por lo bajo durante demasiados “desinteresados” actos de “amor” que requirieron menos sacrificios que la Cruz. ¿Acaso no es eso horrible?

Dios ES amor. ¡Qué gran verdad! Una de las formas más grandes en que Dios mostró Su amor fue dando a la humanidad genuino libre albedrío, y realmente permitiendo que nosotros hagamos nuestras propias elecciones en la vida. El amor verdadero nunca coacciona ni manipula. Más bien, Dios pone delante de cada uno de nosotros, decisiones, y nos dice los beneficios y las consecuencias resultantes. Y luego no nos “hostiga” con respecto a las decisiones que tomamos. Su mensaje es: “Cuando tú Me buscas, estoy allí para tí, y cuando tú te alejas de Mí, sigo estando allí, esperando que regreses”.

Dios es el amante modelo, y podemos ver Su corazón personificado en Jesucristo. En “My Utmost For His Highest” (Mi máximo esfuerzo para El Supremo), Oswald Chambers escribe:

“Nuestro Señor nunca insiste en imponer autoridad; nunca nos obliga a nada. Nos deja perfectamente libres, tan libres que podemos escupir en su cara, como hicieron los hombres; tan libres que podemos matarlo como hicieron los hombres; y nunca dirá una palabra. Pero cuando su vida ha sido creada en mí por su redención, reconozco en un instante su derecho a la autoridad total sobre mí… Si nuestro Señor insistiera en que lo obedezcamos, se convertiría en un tirano y dejaría de tener toda autoridad. Nunca exige obediencia, pero cuando realmente lo logramos ver, le obedecemos en un instante, es fácilmente Señor, y vivimos adorándole de la mañana a la noche. Tomar conciencia de mi crecimiento en la gracia es mi modo de entender la obediencia”.

¡Qué difícil me resulta hacer esto! ¡Incluso con alguien a quien amo profundamente! ¿Por qué? Porque pienso a menudo que yo sé qué es lo mejor, y quiero controlar el resultado. Incluso si yo tengo razón, sigue sin ser la manera en que Dios me ama a mí, y la otra persona realmente se beneficiaría si yo la amo como Dios me ama a mí. Estoy leyendo un libro titulado The Art of Intimacy (El arte de la intimidad), por T. P. Y P. T. Malone, y creo que algunos pasajes de un anterior ensayo sobre “El amor” que uno de los autores incluyó en el libro, son muy pertinentes en el contexto de este articulo:

“La experiencia de amar es unilateral. No pide respuesta, ni exige que el otro sea merecedor… La recompensa está en amar, no en ser amado… El sentimiento de amor surge de tu persona, echándose irrazonable y maravillosamente sobre la otra persona, y contagiosamente provocando una reacción en ella. Cuando lo siente sin reservas, ni dudas, ni vergüenza, ni miedo, el amado no tiene más opción que amar. La más leve duda o reserva al amar pueden anularlo. Si el sentimiento de amor en ti no despierta una respuesta de amor, no reprendas al otro, sino mira tu propio corazón para averiguar si tu amor carece de plenitud o si está incapacitado por tus dudas….

“Te amo” quiere decir que te rodeo con el sentimiento que te permite (tal vez hasta requiere de ti) ser todo lo que realmente eres como ser humano en ese momento. Cuando mi amor es más pleno, tú eres más completamente tú… Y entonces yo te experimento en toda tu belleza y en toda tu fealdad…Porque ser amado permite que el otro sea lo que él o ella realmente son, y es mucho más fácil saber cuándo eres amado que cuándo tú estás amando. La afirmación de tu amor es que la otra persona sea lo que realmente es; la confirmación de ser amado yace en tu experiencia de ser tú mismo…debido a que es más fácil saber cuándo tú eres amado, que cuándo estás amando, las distorsiones personales más graves de la experiencia humana yacen en la experiencia de amar, y no en la de ser amado. La mayoría de los problemas psiquiátricos surgen de la confusión de amar; los errores sobre ser amado son infrecuentes, si es que ocurren….

Pero amar es estar solo, por lo menos inicial y momentáneamente, ya que es unilateral y no depende de la respuesta del ser amado. Y debido a que el miedo de estar separado hace que nos preocupe la respuesta del otro y debido a esto nos impide amar, el mismo miedo de la soledad y la separación curiosamente resulta en nuestra horrible soledad y mortal separación”.

Un marido no tiene la absoluta garantía de que incluso si ama a su esposa como Cristo amó a la iglesia, ella le responderá con un amor piadoso. Un padre no tiene garantía total de que la crianza piadosa de sus hijos resultará en que ellos se conviertan en cristianos dinámicos. Sin embargo, la Palabra de Dios dice que esta clase de amor conforme a Dios es la única manera de actuar en cualquier relación humana, y es lo que da al otro la mejor oportunidad de responder del modo en que Dios quiere que él responda. Repito, Jesucristo es el arquetipo de esta clase de amor.

En 2 Corintios 5: 18-20, las palabras “reconciliar” o “reconciliación” aparecen cinco veces. El significado básico del sustantivo es “un cambio de parte de sólo uno de los involucrados, inducido por alguna acción de parte del otro involucrado”. Tanto amó Dios, que dio a Su único Hijo. Tanto amó Jesús, que dio su única vida. Ahora es mi turno, su turno. Y tanto podemos amar nosotros, que nos entregamos por el bien del otro para mostrarle tanto como sea posible el corazón de Dios, sin estar teñidos por nuestra humanidad.

Efesios 4:25-32 nos da una clara imagen de cómo se puede ver, conductualmente, si amo a alguien como Jesús lo haría. Luego vienen los versículos 1 y 2 del capítulo 5 – un mandamiento de Dios que, como tal, debe contener tanto una promesa como lo necesario para llevarla a cabo. O sea, ¡podemos hacerlo!

Efesios 5:1 y 2
(1) Por tanto, imiten a Dios, como hijos muy amados,
(2) y lleven una vida de amor, así como Cristo nos amó y se entregó por nosotros como ofrenda y sacrificio fragante para Dios.

Me parece a mí que una clave para llegar a este elevado objetivo es saber que soy “profundamente amado” por el Creador, que es también mi papá, y por el Señor Jesús, que es mi hermano mayor. Cuanto más comprendo Su amor apasionado, inquebrantable e incondicional por mí, más libre soy para amar a otros sin miedo, sabiendo que mi “yo” está en buenas manos y que no debo cuidarlo a expensas de otro. ¡Qué maravilla!

Bien, debo ir a practicar todo esto, así que hasta que me vuelva a poner en contacto con usted en mi próximo artículo, alégrese en el Hijo. Y quédese al límite de su zona de confort, estirando su fe día a día.

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